Para procesarlo, me retiro

Se dará alguna situación que me disparará alguna alarma. Algo que habrás dicho o hecho, algo que habrás posteado, algún comentario que le habrás escrito a alguien, un juego teóricamente inocente, un atisbo de flirteo, un deseo que habré intuido en ti, algo que querrás hacer con alguien o a alguien. En ese momento será cuando mi parte más emocional se revolucionará, querrá gritar, estallar de rabia… Continuar leyendo «Para procesarlo, me retiro»

Pesca de altura en Wallapop

Tuve una de mis ideas de bombero. Esas que te vienen a la cabeza en alguno de los trayectos de tren camino al trabajo. Por cierto que estoy descubriendo que son muy productivos e inspiradores si los aprovechas para, como por ejemplo ahora, escribir en mi libreta. Pues eso, que fue una idea de las que normalmente terminan quedándose en eso, una idea; pero esta vez medio en broma, medio en serio, quise llevarla a cabo como prueba de concepto o experimento social. Continuar leyendo «Pesca de altura en Wallapop»

Sólo necesitaba que yo fuera oxígeno

Es un torbellino de emociones, siempre lo es. No sólo está en su cabeza, toda esa energía se le escapa por todos los poros de su piel y la envuelve por completo arrastrándote a ti si te encuentras muy cerca de ella… de su piel; y es que yo lo estaba, muy cerca, porque quería tocársela, acariciársela, olérsela y mordérsela. Se me contagiaron sus nervios. Consiguió descolocarme y eso no es fácil. Continuar leyendo «Sólo necesitaba que yo fuera oxígeno»

Nuestros sexos dormidos

¿Sabes cuándo te encuentras entre el mundo de los sueños y a lo que llamamos “realidad”? ¿En ese limbo en que eres esencia de ti mismo, no mientes, se esfuman la razón, las convenciones sociales e incluso tu propia moral ha desaparecido? Tu mente está en una especie de trance, divagando entre el inconsciente, los deseos y sucumbiendo a la voluntad de tu cuerpo. Pues en ese momento fue cuando me encontré con su piel y su calor. Continuar leyendo «Nuestros sexos dormidos»

El rencor

Me despierto solo. En el espacio donde te encontraba cada mañana sólo hallo vacío. No recordaba lo frías que pueden llegar a estar las sábanas de mi cama. Ya no me ahogo en tu pelo como cuando mi cuerpo buscaba tu calor, esas cosquillas en mi nariz, en mi rostro… se me está olvidando cómo me calmaba tu olor, ni siquiera mis almohadas lo retienen ya. Continuar leyendo «El rencor»