Estigma: Veneno en mi piel

Soy portador del virus de la Hepatitis C y, aunque es algo que sólo está en mi sangre, actualmente siento que tengo veneno en mi piel. Este es mi Estigma, soy uno de los leprosos del siglo XXI.

Según la Real Academia de la lengua Española: Estigma es una marca impuesta con hierro candente, bien como pena infamante, bien como signo de esclavitud.

En la Wikipedia podemos leer que es condición, atributo, rasgo o comportamiento que hace que la persona portadora sea incluida en una categoría social hacia cuyos miembros se genera una respuesta negativa y se les ve como culturalmente inaceptables o inferiores.

Soy promiscuo pero no por ello inconsciente. Desde el momento en que se me comunicó que era portador del virus, me dediqué a informarme de todos los riesgos, condiciones y precauciones que debía tomar para evitar transmitirlo. Sólo hace falta indagar un poco para leer que el riesgo de contagio por vía sexual en condiciones “normales” de higiene y salud es prácticamente nulo. Por supuesto nadie nos puede asegurar nunca que el riesgo de contagio por vía sexual sea cero… y es que nadie se atrevería a garantizar nunca la seguridad absoluta en nada.

Como persona altamente promiscua y activo en la comunidad swinger/liberal, estoy seguro que estadísticamente habré tenido contacto sexual con varias personas portadoras de enfermedades tan graves e infecciosas como SIDA, Hepatitis B, Sífilis, Herpes y tantas otras. Siempre he sido consciente de ello y, por lo tanto, he tomado siempre precauciones de salubridad en mis contactos sexuales para evitar contagios, especialmente con personas de quien desconozco su estado de salud.

No he consumido drogas de ningún tipo, ni siquiera tabaco y apenas habré tomado 10 cubatas en mis 35 años de vida. Mis tatuajes se me hicieron con material completamente esterilizado y desprecintado delante de mí en todos los casos. Probablemente y sabiendo que es una enfermedad que no se controlaba antes de 1993, pude ser contagiado en alguna intervención quirúrgica o hospitalización antes de cumplir los 13 años de edad.

Por razones que ahora no entraré a explicar, mi enfermedad se hizo vox populi en mi entorno social en el mundo liberal más allá del inmediatamente próximo. Al contrario de lo que cabría esperar, no recibí mucho apoyo ni interés por cómo estaba a nivel emocional y físico. En cambio recibí recriminaciones y rechazo convirtiéndome en un apestado al que había que evitar.

Para ilustrar esta situación, quisiera explicar una anécdota que me hundió mucho tiempo y que aún hoy sigo trabajando para superar:

 

A la última fiesta liberal en la que me invitaron por ser el cumpleaños de una persona a la que aprecio muchísimo, fui con dos amigas, una la conocía de hacía mucho tiempo y la otra la conocí el lunes de esa misma semana en una cita improvisada. Con ambas no había tenido contacto sexual de ningún tipo hasta el día de la fiesta.

Como ya se había corrido la voz de que yo tenía Hepatitis C, preferí contárselo a mis acompañantes antes de la fiesta por deferencia y, para que no se sintieran mal si se enteraban por otro lado, prefería ser yo mismo quien les diera esa información. Así ellas podrían decidir si tener contacto sexual conmigo o no.

Conversamos sobre el tema además de explicarles cómo se había difundido esa información personal tan rápida y extensamente. Una vez llegué a la fiesta mi amiga cumpleañera me comentó que mi “condición” había llegado ya a los organizadores de la fiesta, eso me golpeó duro entrándome ganas de esconderme, de desaparecer e irme de ese sitio lleno de gente que ni siquiera sabían cómo sonaba mi voz pero sí que tenía Hepatitis. Mis amigas dependían de mí para volver a casa en mi coche así que hice de tripas corazón y me quedé.

No hice ningún acercamiento para evitar que nadie se incomodara o me rechazara, no sé cómo hubiera vivido algo así tan directamente, no soy tan fuerte. Suerte que mis acompañantes sí que se me acercaron, me besaron y me hicieron sentir su deseo, me desnudaron y follaron conmigo porque así lo quisieron, sin ningún miedo de mí, de mi enfermedad, de mi veneno. Cuando te sientes hundido en un agujero tan profundo, eso es como si alguien te tendiera una mano para ayudarte a salir. Durante unas horas me sentí bien, estaba volviendo a ser el ser sexual, activo y pasional que vive el placer y disfruta compartiéndolo. La gente que me importaba en ese momento, aceptaba mi situación, mi enfermedad y no por ello cambiaron la manera de relacionarse conmigo. Idílico, ¿no? Bueno, hasta ahora.

La humillación llegó cuando supe que una persona que había sido avisado de mi enfermedad por alguien al enterarse de que yo iba a ir a la fiesta, se dedicó a avisar a las personas que tenían contacto conmigo acerca de que yo tenía Hepatitis C.

 

  • “¿Sabes que te estás follando a un tío con Hepatitis C?”

 

Ante el hecho de que yo ya las hubiera avisado de ello, se dedicó a prevenir a otras personas para que evitaran tener contacto con mis compañeras sexuales porque estas habían tenido contacto conmigo.

 

Esa experiencia hizo darme cuenta del enorme estigma que actualmente marca mi piel ante este mundillo y que no sólo me afecta a mí sino a todos lo que tengan contacto conmigo. Por ello, he abandonado el mundo liberal/swinger, me he dado de baja sus redes sociales y he dejado de ir a clubes o fiestas. Ya tengo bastante con luchar contra esta enfermedad e intentar curarme como para tener que estar luchando contra el rechazo y los prejuicios de la gente.

¿Lo más irónico de todo esto? Que quien ha estado difundiendo mi estado, no es consciente del daño que ha provocado, está provocando y provocará en mí y en quien tenga contacto conmigo. Y que ni siquiera se lo puedo reprochar porque es fruto de la ignorancia y no de la mala fe, aunque eso… eso ya da igual.

 

Referencias y links de interés:

Carlos Varaldo en su artículo lamenta que “a pesar de los muchos estudios ya publicados sobre la transmisión sexual de la hepatitis C, con demasiada frecuencia continúa apareciendo la controversia, aplicándose muchas veces informaciones sin base científica, confundiendo su transmisión con la que facilmente se produce en la hepatitis B o en el SIDA”.

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